
Fabulación crítica, cimarronaje y antifuturismo: conceptualizaciones claves para un programa de
descolonización de la creación artística
Yuderkys Espinosa-Miñoso
Florianópolis, v.3, n.56, p.1-26, dez. 2025
del mundo en áreas de experiencia y producción humana, perfeccionando los
criterios que habrían de definir cada una. De este proceso surgen los diferentes
campos de conocimiento y especialización que permiten el control y dominio de
la “naturaleza” y de aquellos grupos que quedaron bajo la línea de humanidad.
Siguiendo esta línea de argumentación, podemos decir que no existe otra
historia de la aparición y producción de un campo del arte como esfera
especializada de producción y creación que se consideró propia de lo humano -
e lo verdaderamente humano -, cuyo fin sublime se entenderá separado de la vida
y su reproducción. Lo que decimos, de hecho, ya había sido advertido por
Habermas quien retoma a Weber para afirmar que la modernidad en términos
culturales ha implicado entre otras cosas “la separación de la razón sustantiva
expresada en la religión y la metafísica en tres esferas autónomas: ciencia,
moralidad y arte” (Habermas, 2004, p. 57), cada una de estas esferas separadas se
erigen desde la ilustración europea en espacios autónomos que funcionan de
acuerdo con una lógica propia. Así, advierte que
Desde el siglo XVIII, los problemas heredados de estas viejas visiones del
mundo pudieron organizarse según aspectos específicos de validez:
verdad, derecho normativo, autenticidad y belleza que pudieron entonces
ser tratados como problemas de conocimiento, de justicia y moral o de
gusto. [...] Aparecen las estructuras de la racionalidad cognitivo-
instrumental, de la moral-práctica y de la estético-expresiva, cada una
de ellas sometida al control de especialistas, que parecen ser más
proclives a estas lógicas particulares que el resto de los hombres. Como
resultado, crece la distancia entre la cultura de los expertos y la de un
público más amplio (Habermas, 2004, p. 58).
La aparición y constitución del arte como esfera especializada implicará la
apropiación de una capacidad de creación simbólica y estética que la separará del
mundo común, mediante un proceso de sacralización. De tal modo, el arte pasará
a contar como dispositivo de poder, es decir, como un “conjunto de praxis, de
saberes, de medidas y de instituciones” (Agamben 2011, p. 256) que tienen la
“capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y
asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos” (Agamben 2011,
257) respecto del tipo de prácticas que la constituyen. Como dispositivo, el campo
del arte estará al servicio de la producción de verdad y de la producción de la obra
de arte como bien cuyo valor es determinado por el mercado. La obra artística