Desnudez y erotismo en movimiento: Explorando las dimensiones del cuerpo en la danza escénica
Iker Gómez
Florianópolis, v.2, n.51, p.1-26, jul. 2024
Introducción
El cuerpo humano, desde perspectivas anatómicas, espirituales, animales,
identitarias y sexuales, ha capturado la atención de artistas en disciplinas como la
pintura, escultura y fotografía. Sin embargo, es a través de la danza, con el cuerpo
presente en vivo y en movimiento, donde el erotismo y sus diversas conexiones
con el deseo, la idealización, el pulso, la fascinación, la devoción y la sexualidad
alcanzan un carácter más profundo. Según la investigadora Margarita Baz, en la
danza escénica, esta relación se desarrolla en una triple interacción entre la obra,
el espectador y el espacio, involucrando la mirada, la autoobservación y la
reciprocidad visual. Esta complejidad distingue a la danza escénica como una
forma de arte singular en comparación con otras disciplinas.
La idea de mirar, que no es lo mismo que ver, tiene en el caso de la danza,
una connotación esencial de pregnancia, que quiere decir que el objeto
que miro lo incorporo a mi mundo desde mi cuerpo y también desde ahí
lo significo; entonces el cuerpo del que mira se expande y reverbera con
el cuerpo danzante -real o imaginario- que mira y que a su vez construye
con su mirada. Podríamos decir, en una metáfora, que la danza nos mira
y que nos miramos en la danza. Al mirar la danza, comprometido mi
cuerpo pasional, me miro, y al mirarme sé que soy mirado. Y ese proceso
constituye y recrea al cuerpo-sujeto en la experiencia de la danza (Baz,
2009, p. 14-15).
Para abordar el tema del erotismo en la danza, es pertinente comenzar
explorando expresiones antiguas, como las danzas rituales vinculadas a los ritos
de fertilidad procreadora. Estas incluyen las danzas asociadas con los rituales
dionisíacos, donde las alusiones eróticas propiciaban el éxtasis sexual y, en
ocasiones, desembocaban en orgías, así como en rituales paganos como la bacanal
o el carnaval. En el ámbito de las danzas sociales, se observa la presencia del
erotismo en una diversidad de expresiones, algunas reconocidas por la UNESCO
como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ejemplos de ello son el abrazo
estrecho del tango, que enfatiza una perspectiva erótica, y el flamenco de la
tradición gitana, donde, a pesar de la ausencia de contacto físico, se impregna de
una intensa pasión. Se pueden también destacar danzas milenarias como las del
vientre y géneros contemporáneos como el reguetón, que, además de su función
social de entretenimiento, sirven como medio de cortejo, incluyendo referencias